Por: Jan Bock
A los 250 años de su nacimiento el mundo celebra el genio de la música que además nos ofrece lecciones importantes para el tema de salud y procesos de sanación – por Jan Bock
Viena, año 1796. Un joven músico de 25 años que había venido desde la provincia a buscar su camino como pianista y compositor en la capital de la música siente por primera vez un silbido raro en su oído izquierdo. Dos años más tarde, ya no escucha nada en su oído derecho. Su vida de músico está por desmoronarse completamente antes de haber realmente empezado.
Lo que pueda sonar a una crueldad muy especial del destino es el punto de partida de una de las contradicciones más milagrosas en la historia del arte: Ludwig van Beethoven, el autor del himno a la alegría (entre muchísimas obras magistrales que son parte esencial del patrimonio cultural de la humanidad) tiene afectado el sentido que en él "debiera ser más perfecto que en otros" como el escribe en su famoso Testamento de Heiligenstadt.
Abundan las teorías y especulaciones sobre el origen de la enfermedad. Pero más interesante me parece la pregunta sobre el impacto y, sobre todo, la reacción de Beethoven. ¿Cómo maneja la enfermedad? ¿Cómo defiende su arte y qué aprende de ella?
El testamento: protocolo de superación
Después de su muerte a los 56 años, entre los miles de hojas que dejó se encontró una carta a sus hermanos escrita a la edad de 31 años en el pueblo de Heiligenstadt en las afueras de Viena. El Testamento de Heiligenstadt es el testimonio del impacto de la enfermedad en su trabajo, su psique y en su vida social. Cuenta de sus crisis, de sus depresiones y angustias. Sus pensamientos circulaban alrededor de la muerte y del suicidio. Registra las diferentes etapas de su vida con la enfermedad: el miedo, la duda, la negación, la búsqueda de curas con diferentes médicos, momentos de esperanza y decepción y finalmente su frustración y hasta rabia sobre la falta de eficacia de las diferentes terapias.
Cuenta también cómo en el campo y en la naturaleza buscaba y encontraba consuelo espiritual.
La soledad: peor que la enfermedad
En el testamento confiesa que lo que limitaba su trabajo, su creatividad y sobre todo su vida social no era el no poder escuchar sino la vergüenza:
“…Era imposible para mí, decirles a las personas: ¡Hablen más fuerte!, griten!, porque soy sordo. Como era posible que yo admitiera tal flaqueza en un sentido que en mi debiera ser más perfecto que en otros, un sentido que una vez poseí en la más alta perfección, una perfección tal como pocos en mi profesión disfrutan o han disfrutado –Oh, no puedo hacerlo, entonces perdónenme cuando me vean retirarme. Mi desgracia es doblemente dolorosa porque forzosamente ocasiona que sea incomprendido, para mí no puede existir la alegría de la compañía humana…”
Más que la imposibilidad de seguir ejerciendo su profesión como músico él temía a las burlas. Claro, siendo un artista orgulloso y provocador, que humillaba a otros pianistas en las competiciones y que rompía permanentemente las normas estéticas establecidas, él había acumulado no solamente seguidores sino también una buena cantidad de enemigos. Temía que, enterándose de su sordera, sus críticos iban a "explicar" sus peculiaridades, sus innovaciones revolucionarias, sus travesuras y osadías disruptivas con la debilidad de su oído y ridiculizar al artista y su arte. Así que manejaba su enfermedad como un secreto y se escondía de la sociedad. En consecuencia, el aislamiento lo afectó anímicamente mucho más que la sordera misma.
No hay cura. Pero más importante: ¡la vida sigue porque yo la sigo!
Heiligenstadt marca una encrucijada decisiva. Al fin y al cabo, Beethoven no se suicidó y no envió la carta. El realiza tres verdades fundamentales de su situación: 1) que tiene una misión que cumplir en su vida y la sordera ahora es parte de ella. 2) No vale rechazar la enfermedad sino tiene que ESCUCHARLA, por más contradictorio que parezca. 3) La negación, la vergüenza, el aislamiento y la autocompasión no le ayudan.
Beethoven regresa a Viena, regresa a la sociedad y al mundo de la música, reconoce públicamente su debilidad y empieza a manejarla. Utiliza tubos auditivos, unos aparatos metálicos espantosos que hasta el día de hoy asustan a los visitantes del museo de la Casa Beethoven en Bonn. El conecta una varilla de madera con el piano que pueda morder mientras toca y sentir así las vibraciones del sonido. Lo más importante eran los cuadernos de conversación que usaba para comunicarse con sus visitas y que ofrecen una amplia riqueza de información para sus biógrafos.
Y lo bueno para nosotros es que en su sordera siguió componiendo una cantidad increíble de obras magistrales. Una después de la otra. Todas diferentes, todas únicas. Hay obras muy serias y tristes y hay biógrafos que quieren identificar ahí la depresión causada por la pérdida del oído. Pero al mismo tiempo, compuso música divertida, poética, heroica y obras repletas del optimismo entusiasta que es su “marca” tan emblemática. Lejos de amargarse, dedica sus obras más importantes a la celebración de la alegría que nace de la hermandad entre los seres humanos y nos regala esta prueba monumental de la creatividad y del optimismo que vence todas las limitaciones.
Mensajes y lecciones de un músico sordo
Más allá de las palabras y de una manera más directa, su música nos transmite esta actitud de optimismo beligerante que le dio tanta resiliencia a Beethoven y que es un ingrediente indispensable en cada proceso de sanación activa:
Aceptar la enfermedad como parte del propio ser. Tratar de entenderla en vez de negarla.
No tener vergüenza por la debilidad y mantener una vida social activa.
No caer al rol de la víctima pasiva y no permitir que la enfermedad te consuma física y espiritualmente.
Aprovechar el potencial curativo de la naturaleza, de las amistades y de la alegría.
Cuatro años después de la redacción del Testamento de Heiligenstadt, Beethoven escribe entre los bosquejos para sus cuartetos Opus 59: "…de la misma manera que te tiras al remolino de la sociedad, es igualmente posible escribir obras grandes a pesar de todas las limitaciones sociales. ¡Tu sordera ya no sea un secreto!".
El autor produce el programa “Beethoven – El Libertador de la Música” en Radio Clásica 103.3 FM, que se puede escuchar los domingos a la 7:00 p.m. y también como podcast en Spotify.
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